Tras el Gran Interregno del Sacro Imperio Romano Germánico, llegó una nueva dinastía al poder de Alemania: los Habsburgo, cuyo origen estaba en una región de la actual Suiza. Con el paso del tiempo fueron ganando poder y tierras y llegaron a dominar todo Austria. A los que no pudieron dominar fueron a los suizos de la Confederación Helvética, cuyos cantones fueron uniéndose.
Tras eso llegaron los reyes de la casa de Luxemburgo y los de Wittelsbach. Entre Enrique VII y Luis IV el Bávaro hubo bronca, y finalmente llegó Carlos IV. Se dedicó a embellecer Bohemia, y en especial su capital Praga, y a él también debemos la Bula de Oro, una especie de Constitución para el Imperio Germánico. Algunos conflictos surgieron con ligas como la Liga de Hansa o Hanseática o la Liga de Suabia. También se produjo el Gran Cisma de Occidente o Cisma de Aviñón.
Sus hijos heredarían el trono: Wenceslao de Bohemia y Segismundo de Hungría. Aparte de la Cruzada de Nicópolis, lo importante es todo lo relacionado con Jan Hus, un religioso que quería reformar la Iglesia y acabó en la hoguera. Su muerte produjo las llamadas Guerras Husitas, lideradas por Jan Zizka, y que acabaría con los Habsburgo otra vez en el poder, y esta vez para quedarse.