Uno de los principales obstáculos hasta el momento era la delicada situación económica del país, con unos tipos de interés disparados y un empobrecimiento creciente de la población. El ministro de Finanzas, Jeremy Hunt, había prometido que cualquier subida debía ser financiada sin aumentar el déficit ni subir impuestos a la población con derecho a voto. La solución ha sido cebarse en los habitantes sin ese derecho: la subida del 7% a la policía se financiará encareciendo los visados de estudio y trabajo en el Reino Unido, y la subida del 6% a los médicos vendrá de un impuesto que deberán pagar los extranjeros que acudan a un hospital británico. @eleconomista