Resumen del anuncio: cría niños con mangina, la masculinidad es mala.
Las noticias cocinadas ya están aquí…
Por mi parte me parece que la tormenta de heces que les está cayendo en redes no puede ser más merecida.
El oportunismo de las marcas, medios, partidos, etc, con el temita de turno, es vomitivo. No hay grises, todo comportamiento típicamente masculino se critica, negativiza, demoniza… y ese tren tiene una última parada: la prohibición. Por eso será mejor pararlo antes de que coja demasiada inercia. Si nadie lo para solo pueden pasar dos cosas: que explote, o que rebote con fuerza y vuelva muchas paradas hacia atrás. Y ojo, nadie dice que haya que criar a los hijos como guerreros templarios, yo mismo doy una educación bastante moñas a mi hijo, pero este afán por acabar con los diferenciadores masculinos más allá de la estética (que también caerá) es forzar demasiado el escenario distópico de Demolition Man antes de tiempo.
Controlar tus impulsos tiene un límite: negar tu identidad. Seguro que hay cosas que aun se pueden corregir, o eliminar, pero asociar todo lo masculino con toxicidad, es un error. Identificar tantos actos negativos con el hombre, acaba creando una asociación peligrosa: ser hombre es… malo. Es nacer con el pecado original. Muy religioso todo ¿no? qué cosas…
Y sí, es lo que se está haciendo constantemente; demonizar lo masculino, curiosamente obviando que esa asimetría tiene también diferenciadores positivos (no todo va a ser malo ¿no? ¿o sí?). Hay actitudes de las que siempre seremos más propensos los hombres, por mucho que se quieran neutralizar. Una que de momento no nos podrán robar, es la que podamos practicar en nuestro último bastión: la intimidad. Los hombres seguiremos dedicando más horas al onanismo que las mujeres, os lo aseguro chicas, ahí siempre os ganaremos por goleada. Nos eduquen como nos eduquen, nos digan lo que nos digan, nos prohíban lo que nos prohíban, así será, porque nuestras necesidades biológicas están ligadas a la genética y las hormonas. Las normas sociales deben dejar válvulas de escape suficientes para que cada género desarrolle y dé salida a sus diferencias sin sentirse mal por ello (y no me refiero a hacer el mal). Hace años los hombres podían canalizar su masculinidad de formas muy diversas, y muchas de ellas fueron acotándose porque no eran compatibles con los avances sociales y de convivencia, y es algo lógico y normal, pero todo tiene un límite. Los petardos molestan a veces, pero cogerlos y apretarlos con la mano cerrada con la esperanza de que no sigan molestando… sospecho que no va a ser buena idea.
Si algo nos ha enseñado la religión, es que cuando coges a un grupo de hombres, les aíslas, y les prohíbes ser lo que son… pasan cosas que ponen triste al niño Jesús.