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Hace tiempo que reflexiono sobre cómo estamos buscándonos poco a poco la ruina con pretextos supuestamente progresistas o éticos.
Cuando en base a esos pretextos se crean ideologías y leyes, nuevas preguntas se proyectan en el horizonte, y esas preguntas desafían la lógica.
Por ejemplo con el tema del animalismo. ¿Por qué proteger a los perros y gatos pero no a los pobres insectos que mueren a nuestro paso? Son preguntas que uno puede hacerse cuando abrimos la puerta a considerar “seres sintientes” a lo que antes eran “animales”. Y entiendo la empatía que la gente tiene por los animales (yo incluido que vivo con 3 en casa), pero hay puertas que es mejor no abrir si no estás dispuesto a bregar con todo lo que puede entrar por ellas.
Yo podría sentir que mi hamster está siendo discriminado al tener mis gatos más derechos que él por… ¿ser más populares?
(Pobre Jeremy, duran tan poco que puedo ver cómo baja su barra de vida a cada instante)
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– Vale, pues démosle también a los hamsters ese derecho.
– Ey, ¿y qué pasa con mi terrario de cucarachas?
¿Entendéis por dónde voy?
La pregunta que se hace esta chica tiene sentido… Sabemos por qué no deberían tener hijos, pero ¿por qué estaría mal que dos hermanos fueran pareja si es algo meramente sentimental entre dos personas libres?
Y yendo más allá… Las consecuencias genéticas de tener hijos entre familiares pueden ser importantes, pero también lo pueden ser entre dos individuos con una altísima probabilidad de replicar enfermedades hereditarias, y a esa gente no se le pone trabas sociales para que sean padres…
Como diría el gran filósofo M. Rajoy… “Is very difficult todo eso”.
