[…] Poca gente conoce que Japón mantiene vigente la pena de muerte y que además la ejerce de una forma especialmente sádica: los reclusos están privados de todo contacto con el mundo exterior y solo pueden recibir visitas de sus familiares directos una vez al mes. Están recluidos en régimen de aislamiento en celdas del tamaño de un aseo y forzados a esperar su ejecución un promedio de siete años, con la peculiaridad de que la orden puede darse en cualquier momento, por lo que se levantan cada mañana pensando que ese puede ser su último día. Una política supuestamente diseñada para ‘no perturbar su tranquilidad’. Sin embargo, muchos enloquecen debido al estrés y la ansiedad que conlleva el no saber cuándo acabarán con tu vida, una verdadera tortura psíquica. Las ejecuciones son secretas. Cuando la orden llega todo sucede rápidamente. A los condenados les restan solo unos minutos antes de enfrentarse a la horca. Ni siquiera hay previsto un momento para decir adiós a las familias. […]
Amnistía Internacional llevaba tiempo denunciando la crueldad del caso: Iwao ostentaba el récord, nada olímpico, de ser el preso que mas años llevaba esperando su ejecución, 42 años llevaba esperando al verdugo cada mañana. Ese fue el título del reportaje firmado por el periodista Álvaro Corcuera que se publicó en portada de la revista dominical de El País en 2011. @amnesty
Os dejo un documental (de una hora) por si os interesa el tema.