La culpa la tiene Alberto Grandi, un profesor asociado de Historia Económica de la Universidad de Parma que lleva años sacudiendo los cimientos de la identidad gastronómica italiana. Todo empezó con el libro Denominazione di Origine Inventata (Denominación de Origen Inventada), publicado en 2018 con un espíritu innegablemente polémico: “¿Es auténcito el Parmigiano Reggiano? Si se hace en Wisconsin!”.
“Todo lo que, como italiana, pensé que sabía sobre la cocina italiana está mal”. El título del artículo publicado por el Financial Times ya presagiaba que no iba a pasar desapercibido, pero lo cierto es que sus efectos han superado (y por mucho) a los de la vez que a Jamie Oliver le dio por echarle chorizo a la paella. Los cocineros están perplejos y los ganaderos se sienten atacados. De hecho, ya se ha pronunciado hasta el Gobierno.
“Se nos intenta desacreditar cuestionando la italianidad de recetas y productos emblemáticos como la carbonara, la pizza, el panettone o el Parmigiano Reggiano. Los que acusan a los italianos de gastronacionalistas quizá sólo tienen envidia de nuestros éxitos”, ha asegurado el subsecretario de Agricultura, Luigi D’Eramo, en declaraciones recogidas por la Agencia EFE. @cadenaser