[…] “Hemos colonizado la pista”, dice Isabel Trías, directora del colegio público El Martinet, en el pueblo de Ripollet (Barcelona), que ha desterrado el uso de la pelota. Allí los alumnos no juegan al fútbol ni al baloncesto. En ningún momento de la jornada escolar. La pista es una explanada en desuso sin porterías ni canastas en la que los trazos de colores son casi imperceptibles. Rodeada de montículos de tierra con pequeñas construcciones hechas con troncos y con cabañas de madera, ese trozo de cemento es uno de los símbolos de la lucha de este colegio por implantar su propio modelo de escuela, en el que no hay asignaturas y los niños no almuerzan bocadillos, sino fruta y frutos secos. […] [Noticia]
Por un lado le veo sentido, porque incluso cuando yo iba al colegio (y eso que mi colegio tenía mucha superficie para jugar) el fútbol hegemonizaba el espacio. Pero por otro lado veo lo de siempre: limitar la libertad de elección de la gente, y en definitiva, ir en contra de Darwin. Tiene sentido que si los chavales quieren jugar a fútbol, lo hagan en horas no lectivas, para no monopolizar el recreo. Pero también si monopoliza el recreo es porque muchos niños quieren jugar a eso… Da la sensación de que estamos pasando de educar, a dirigir el pensamiento.