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Los jóvenes ya no quieren ascender. Con que les llegue para el alquiler, los viajes y el Netflix les vale.

Los jóvenes ya no quieren ascender. Con que les llegue para el alquiler, los viajes y el Netflix les vale.

No busca medrar, no quiere ser una periodista reconocible y a la que se asocie con la empresa en la que trabaja, sino que sólo aspira a tener “un horario fijo y un sueldo que me permita pagar el alquiler o la hipoteca, ahorrar e irme de vacaciones”. Marina, como tantos otros adeptos de esta tendencia actual, no quiere ser jefa.

Marina forma parte de unas nuevas generaciones -la Millennial y Z- para las que el éxito laboral en forma de ascenso ha dejado de ser un fin en sí mismo. Los mayores sueldos y el prestigio social han dejado de compensar a muchos jóvenes como ella frente a las jornadas laborales interminables, la mayor responsabilidad y las dificultades para conciliar con la vida personal que acarrea el puesto de jefe. Un cambio en los valores que ha sido bautizado como “ambición silenciosa”.

Y esto no ocurre sólo en la empresa privada. Laia tiene 28 años y trabaja como maestra de Educación Primaria en un colegio público de Manresa, en el que “nadie quiere ser ni director, ni jefe de estudios ni secretario, porque conlleva una sobrecarga de trabajo muy fuerte y se trata de un esfuerzo que queda oculto”. A esos cargos, señala, “suele acceder gente con muchísima vocación y que, generalmente, no tiene mucha vida fuera de la escuela, con una obsesión grande por el trabajo”. @20minutos

Los jóvenes ya no quieren ascender. Con que les llegue para el alquiler, los viajes y el Netflix les vale.

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