Vivimos en esa realidad.
Una gitana se ofende porque el vecino le dice que se ponga a trabajar y pague una hipoteca.
La indignación de Cristina es total ante la situación: “La firma de mi hermano está, pero es que él ni era dueño de la casa ni nada. Por tanto, no sé cómo la jueza pudo autorizarla a entrar y, además, sin ni siquiera escucharnos a nosotros” y manda un mensaje al Gobierno: “¿En algún momento va a pensar en los propietarios? ¿Cuánto tiempo debe esperar un pequeño propietario sin recursos a recuperar lo que es suyo? ¿Por qué obliga a mi padre de 95 años a hacer de escudo social?”. @larazon
En un giro inesperado de los acontecimientos, el okupa tuvo que llamar a la guardia civil para ser rescatado.
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Con una deuda que se acerca a los 30.000 euros y unos inquilinos ocupas que se han adueñado de su piso de soltera, Mari Carmen Ramos está desesperada. @abc