“No puedo asegurarles si es un farol o no”, sostiene, por ejemplo, Mette Frederiksen, la primera ministra de Dinamarca, entrevistada por el citad medi. La socialdemócrata, que ha sido una de las defensoras más enérgicas dentro de la alianza de la OTAN de una mayor ayuda militar a Ucrania, añade: “Mi opinión es que nunca podemos permitir que alguien que no respeta la democracia, los derechos humanos y todas las cosas en las que creemos, no podemos permitir que decida lo que el resto de nosotros debemos hacer“.
“Lo que pide el Parlamento Europeo conducirá a una guerra mundial con el uso de armas nucleares”, escribió en Telegram Vyacheslav Volodin, presidente del parlamento ruso y miembro del consejo de seguridad del estado. Uno de los misiles balísticos intercontinentales de Rusia, añadió, sólo tardaría tres minutos y 20 segundos en lanzar una ojiva nuclear a Estrasburgo (Francia), sede del Europarlamento. “¿Quieren los ciudadanos europeos que la guerra llegue a sus hogares?”, preguntó Volodin.
La respuesta que la revista califica de “mesurada” está en línea con una tendencia creciente entre los funcionarios occidentales. Para muchos de ellos,Vladimir Putin ha comenzado a sonar como el niño que gritó “armas nucleares” demasiadas veces (Pedro y el lobo, vaya), atenuando el impacto de su propia disuasión nuclear y permitiendo que muchos europeos se deshicieran del miedo que les inspiraba. @huffingtonpost