Explicada por alguien de letras que eligió literatura universal en vez de economía, la ley de los rendimientos decrecientes vendría a decir que, a la hora de producir, el aumento de una única variable no mejoraría el factor productivo, sino que lo incrementaría de forma cada vez más marginal hasta alcanzar un rendimiento decreciente.
Más fácil. Si un granjero se hace de oro plantando patatas en su campo y decide comprarse tres campos más, las patatas que pueda producir ese año no serán el equivalente a multiplicar por cuatro las ganancias del año anterior. ¿Por qué? Porque sólo ha comprado tres campos. Ni ha contratado a más gente ni ha ampliado o mejorado su maquinaria. Su carga de trabajo será mayor y no podrá sacarle partido.
¿Qué tiene que ver todo esto con el mundo del videojuego? La respuesta está en esta imagen que se hizo famosa hace unos años, se desmontó poco después y ahora ha vuelto al candelero para reflejar que, en cierto sentido, lo de relacionar la ley de los rendimientos decrecientes con la industria del videojuego no iba tan desencaminado.
“Realmente sí hay un rendimiento decreciente en los juegos. Cada vez que doblas el número de polígonos, el objeto sólo se verá marginalmente mejor que en la anterior generación.
La diferencia entre PSX y PS2 fue enorme. La diferencia entre PS2 y PS3 fue más pequeña, pero aún era muy significativa. La diferencia entre PS3 y PS4 es destacable, pero no un salto tan grande como en anteriores generaciones. @vidaextra
Enviado por Almondkay.