[…] Los insultos y maldiciones de cada cultura y sociedad pueden variar notablemente en función de lo que consideramos más sagrado. Por ejemplo, en China, debido a su pasado relativamente más secular, las blasfemias no son tan habituales, pero eso no quita que tengamos otros aspectos en común a la hora de jurar. Las palabrotas relacionadas con el parentesco y la sexualidad resultan especialmente reveladoras desde un punto de vista antropológico, aunque también hablaremos de ámbitos más propios de la sociología y la historia, como la forma que tienen los chinos de meterse con determinados colectivos o con sus vecinos japoneses. […]