En su libro «Prone to Violence» (Propenso a la violencia, 1982), sostuvo que una proporción significativa de la violencia doméstica ocurre porque ambos miembros de la pareja son «adictos» a la adrenalina asociada con el temer y el ser temido.
«Algunas mujeres no podían mantenerse alejadas de la violencia, por mucho que afirmaran que querían hacerlo. Parecían condenadas a volver con su pareja violenta o, tras haberlo abandonado, a pasar rápidamente a otro hombre violento», le dijo a la BBC.
El que investigaciones realizadas desde que fundó el refugio de Chiswick mostraran cómo las víctimas son coaccionadas y controladas por los abusadores, erosionando sus amistades, su autoestima y su independencia, no ha alterado su punto de vista.
Su postura actual sobre el abuso doméstico es que la violencia es una cuestión familiar, generalmente intergeneracional, y que hombres y mujeres son igualmente capaces y culpables de cometerla.
Todo eso le trajo un aluvión de críticas y, según denunció, amenazas de muerte, que la obligaron a exiliarse de Inglaterra, y a vivir en EE.UU., las Islas Caimán e Italia. @bbc
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