Se llama Hadhara Charles Mjeje y es de Tanzania. Tengo la “ligera sospecha” de que no va a ser la última vez que la veamos.
Hasta el mismísimo Trump ha compartido el vídeo.
Se llama Hadhara Charles Mjeje y es de Tanzania. Tengo la “ligera sospecha” de que no va a ser la última vez que la veamos.
Hasta el mismísimo Trump ha compartido el vídeo.
[…] Imagina que necesitas que te extirpen un tumor cerebral de forma urgente. Puedes elegir entre dos cirujanos del mismo hospital, con idénticas tarifas y un currículum parecido.
El primero parece la versión terrenal del George Clooney de Urgencias: sienes plateadas, bata impoluta y un despacho cuajado de diplomas de las mejores universidades del mundo. El otro, en cambio, es un tipo malhablado, con manos de carnicero y un cuartucho con las paredes desnudas, salvo un calendario arrugado de una marca de neumáticos.
¿A cuál elegirías?
Para Nassim Nicholas Taleb no hay duda posible: «Cualquier persona sensata se decantaría por el que tiene pinta de carnicero. Nunca hay que fiarse de la gente que dedica grandes esfuerzos a dar el pego. Si los dos han alcanzado el mismo puesto, es evidente que el mejor cirujano es el que peor aspecto tiene». […] [Artículo]
Querido Nassim, hay gente que prolonga y proyecta su excelencia más allá de la práctica de su labor profesional. Si andas como un bestia, hablas como un bestia, y pareces un bestia, lo más seguro es que lo seas. No todas las apariencias son postureo, en muchas ocasiones vienen a reflejar la realidad.
En el vídeo explican cómo han programado al bicho para lidiar con la inestabilidad y las superficies irregulares.
Veo un futuro de gente paralizada usando exoesqueletos con sistema de auto equilibrio… aunque no sé si mis ojos lo llegarán a ver a nivel comercial o palmaré antes.
Hola fineaux, enhorabuena por desarrollar la tecnología de cerdos centípedos plurijamonados. Te escribo porque hace poco que me he mudado a la gran ciudad y estoy con una compañera de piso que al principio parecía maja pero que he ido descubriendo poco a poco que es una desequilibrada, igual está tan de buenas que de pronto la pues hablando sola quejándose de todo y dando portazos, luego se fuma un peta, se toma un valium y a mimi, hasta el día siguiente que se levanta de mala hostia, la he oído hablar mal de cada una de las personas que tenemos en común, es super repipi con el año y luego se deja todo el reglote con el tampón en el water y tira colillas. Yo aquí no tengo forma de hacer muchos amigos y esto va a acabar por amargarme, os ha pasado algo parecido siendo (como yo) chicos compartiendo piso con chicas? Que debería hacer teniendo en cuenta que nos quedan unos meses de convivencia juntos?
Mi experiencia compartiendo piso con mujeres no es muy representativa, la verdad… pero es realmente horrible. Me vi en esa circunstancia antes de irme a vivir con una de mis ex (ella es la que compartía piso con las otras dos chicas, pero durante un tiempo yo también estuve en ese piso). Una de las chicas era ultrafiestera, de las que se tiraba de viernes a domingo sin pasar por casa, y politoxicómana (me encanta esta palabra). La otra era una magrebí con atracción por el bien ajeno… Todas las puertas con cerrojo, saquitos misteriosos en el congelador, gente llegando a las tantas a casa y oír intensos esnifamientos desde la cama… ¡el sueño americano! xd
Teníamos dos gatos, muy cuidados aseados y sanotes, y en ese piso PILLARON PULGAS. Dedujimos que un amigo de la politoxi trajo pulgas a casa y se las pegó a los pobres bichos. En cuanto a la ladronzuela… Ya nos olíamos la tostada, pero un día fuimos al bar en el que curraba y la vimos con ropa de mi ex 😀 Se nos hincharon las pelotas y entramos en su habitación. Menudo festival de cosas “misteriosamente desaparecidas” encontramos. Hasta sartenes…
Y en cuanto a la limpieza…
No he visto más cantidad de mierrrda en mi vida. Me llamaba mucho la atención la genial técnica de secado de ropa que consistía en colgarla en la cocina (la terraza era enana). Lo mejor era tener toda la cocina con ropa húmeda y ponerse a cocinar croquetas. Era como echarle suavizante con olor a tasca de Albacete.