Para entender qué relación tan beneficiosa y lucrativa puede tener Anguila, una pequeña isla caribeña de apenas 15.000 residentes, con el auge e impacto de la inteligencia artificial en el planeta, tenemos que remontarnos a una decisión tomada a finales de la década de 1980 a través de la Autoridad de Números Asignados en Internet (IANA). Entonces, se decidió asignar a países y regiones de interés geográfico sus propios dominios de dos letras, y Anguila recibió una por entonces anodina elección al azar: .ai.
Lo que entonces nadie celebró ni mucho menos imaginó, es que pasadas tres décadas de aquella decisión, el diminuto Territorio Británico de Ultramar tiene entre manos un lucrativo negocio en el que prácticamente no tiene que hacer, nada más que esperar a que acabe el mes y ver cuánto suena en esa máquina imaginaria de hacer billetes que da forma a los miles de dominios que van surgiendo en el planeta. Y todo gracias al auge imparable de la inteligencia artificial (AI en sus siglas inglés). @ludd