Los barriles convencionales no tienen tornillos, ni clavos, ni ningún otro elemento de fijación común. Se mantienen montados gracias a la tensión que los dos cinturones de metal ejercen sobre los listones de madera. Tampoco llevan ningún aislante para que no se salga el líquido. La propia madera se hincha con la humedad y sella los huecos a presión.
Un recipiente tan viejuno como inteligente.