Yo al principio llegué a pensar que esto era buena idea, pero después de darle una par de vueltas creo que es más bien todo lo contrario. No hay que modificar tus hábitos, ni tu forma de andar, ni la velocidad, ni nada. Eso supone alimentar la paranoia. Si alguien pasa miedo por tu mera presencia a una hora determinada, que lo pase. No soy muy fan de los analgésicos, y menos si suponen asumir la presunción de ser un violetador.
Es como sucumbir a la presión de los chinos cuando merodeas sus lineales buscando algún producto mientras te persiguen con cara de “me vas a robar, ¡maldito!”. Solo faltaba levantar las manos y decir “soy inosente” jajaja.