Los cachalotes necesitan aguas profundas para que su sónar funcione, y al encontrarse en un puerto, éste cachalote enano no sabía por dónde le daba el viento. Aprovechando la coyuntura, una foca empezó a perseguirla. El cachalote se cagó de miedo, pero también literalmente, ya que esos chorretones marrones son una especie de “tinta” que usan para confundir a sus atacantes, y esa tinta está compuesta básicamente por heces.