Según Volvo, la fabricación de un C40 genera un 70% más de emisiones que la fabricación de un XC40 con un motor ICE normal a pesar de que ambos coches se fabrican en la misma plataforma y comparten muchas de sus piezas. Solo en términos de materiales y componentes, las baterías se llevan la palma.
Durante una vida útil de 200.000 kilómetros, la huella de dióxido de carbono de un modelo como el Volvo C40 totalmente eléctrico no llega a ser un 15% menor que la de un Volvo XC40 de gasolina y que antes de alcanzar el punto de equilibrio, este debe de de recorrer algo más de 110.000 km. @autonocion