En los últimos tres años el mandato ha sido que las personas aquejadas de depresión “deben tomar» estas drogas o de lo contrario pondrán en peligro su propia vida, su trabajo o su matrimonio. En este mandato, España ha sido uno de los países más cumplidores con la distribución de psicofármacos que anulaban los aspectos más problemáticos de la personalidad del individuo. Con estos medicamentos, no solo se impedía a las personas llorar o rabiar, también se las impide protestar o cabrearse.
El informe de 2021 de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes revela que España encabeza el consumo mundial lícito de ansiolíticos, hipnóticos y sedantes, que en 2020 aumentó un 4,5% y superó las 91 dosis diarias por cada 1.000 habitantes. En 2022 fue de 110 por cada 1.000, según la Organización de Consumidores y Usuarios. @mpr21