
Durante más de dos siglos, Japón fue probablemente uno de los países más aislados del mundo. Bajo una política conocida como sakoku, se prohibió la entrada de extranjeros y la pena de muerte caía sobre aquellos japoneses que intentaran salir. Para los gobernantes nipones, todo lo que había fuera representaba una amenaza: potencias coloniales apropiándose de imperios asiáticos, comerciantes que daban alas a la codicia y misioneros europeos que llenaban las calles de doctrinarias religiones lejanas. @elmundo











