Lo que era una sensación de agobio brutal, al no poder ver un cagarro con el capó abierto, se convirtió en un ridículo espantoso a ojos del público y los mecánicos del resto de equipos. Por poco le sale bien… por poco.
Lo que era una sensación de agobio brutal, al no poder ver un cagarro con el capó abierto, se convirtió en un ridículo espantoso a ojos del público y los mecánicos del resto de equipos. Por poco le sale bien… por poco.
Y te deja porque…
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