Veamos los datos de inmigración de los que tanto se habla

Los datos dan miedito, hay que recapacitar sobre por qué escondemos este problema. @Nosoyfacha

Recuerdo, para los que no conozcan a este señor, que Roberto es TURBOCOMUNISTA y está a las antípodas de los pensamientos fachafrancopantanos, pero en el asunto de la inmigración nadie lo distinguiría de cualquier voxemita. ¿Los extremos se tocan? ¿Tenemos un problema que nos explotará en las narices antes de que podamos reaccionar? ¿Este problema no atendido hará que proliferen los partidos “amigos de Adolfo”?

Podríamos hacerle caso a AliG…

Enviado también por Fullcaneli.

Despeña barranco abajo con una Panigale V4 Speciale recién comprada (45.000€)

Tenía 812 millas en el marcador, y es siniestro total.

“Mi primer accidente, más de 11 años de conducción y pilotando motos”, cuenta el protagonista del vídeo. “He tenido motos con y sin ABS, obviamente accioné los frenos de manera diferente. Sin embargo, mi falta de habilidades, la falta de conocimiento de mi moto, la excesiva confianza en la tecnología y el hecho de evitar al piloto que se había caído delante mía han contribuido a este desafortunado accidente”.

Enviado por @lewistower.

Se casca 1600 kilómetros al día para ir a trabajar porque no puede pagarse un alquiler

Se casca 1600 kilómetros al día para ir a trabajar porque no puede pagarse un alquiler

La llaman la ‘bedela de la alta velocidad’. La historia de Giuseppina Giuliano, napolitana de 29 años, es increíble, pero asombra y suscita debate en Italia, porque refleja una crisis laboral, de salarios y de precios de alquiler. Para no pagar una habitación o un estudio a peso de oro, se recorre Italia de norte a sur en tren todos los días. Vive en Nápoles, a media hora de la estación de tren. Debe levantarse cada mañana a las 3.30 horas, coger un autobús hasta la estación y subir a las 5.09 en un tren de alta velocidad que la lleva a Milán en cuatro horas y media. Con puntualidad, a las 10.30 comienza su trabajo como conserje en el Instituto Boccioni de Milán. El mismo trayecto, 800 kilómetros, lo hace Giuseppina por la tarde en dirección contraria. Sale a las 17.00 del instituto, compra al vuelo algo para matar el hambre en el vagón y a las 18.20 sube al tren en la Estación Central de Milán con destino a Nápoles, donde llega a las 22.53. Media hora después está en su casa.

Estas son las cuentas que hizo Giuseppina: “Acumulando puntos con los viajes y comprando los billetes con mucha antelación, al final el tren me cuesta unos 400 euros al mes, mucho menos que una habitación compartida en Milán. Aquí me habría gastado todo el sueldo entre alquiler, recibos de luz, comida…, y lo más probable es que además hubiera tenido que pedir ayuda económica a mi familia. En cambio, al seguir viviendo en Nápoles con mis padres, ahorro algo” @abc

Se casca 1600 kilómetros al día para ir a trabajar porque no puede pagarse un alquiler

Las mantis religiosas son más fuertes y mortíferas de lo que podría parecer…