“Ella está a favor de la causa, pero no tenía gran emoción en venir a la manifestación; de hecho, tuvimos que convencerla. Habíamos bajado de la plaza de Lesseps con las pancartas hasta estar delante de los antidisturbios. El ambiente que había era de ganas de pelea. De forma pacífica no habíamos conseguido nada. Había un contenedor de los verdes, de vidrio, volcado y comenzamos a coger botellas y a tirarlas a los antidisturbios. Hubo un momento en que se veía que iban a cargar y nos dispersamos. La distancia era muy grande. Tanta que aunque yo seguí tirando botellas, éstas quedaban a un metro de sus pies. Un agente me apuntó, disparó, yo lo esquivé y cuando miré había una persona a mi lado herida. Comenzamos a pedir ambulancias y unas horas más tarde me enteré que había sido nuestra amiga porque hacía tiempo que la había perdido de vista”, explica Laia.