Una niña empezó a alimentar a unos cuervos y éstos respondieron agradecidos haciéndole regalos.
Cada mañana llenaban de agua la pileta del patio trasero y ponían cacahuetes los comederos de pájaros. Gabi Mann también solía tirar un puñado de comida de perro sobre el césped. Y mientras lo hacían los cuervos esperaban sobre los cables telefónicos.
Y fue después de que la familia adoptara esta rutina cuando empezaron a recibir regalos.
Los cuervos limpiaban los comederos de cacahuetes y a cambio dejaban baratijas brillantes; un pendiente, una visagra, una piedra pulida. Pero no había patrón. Los obsequios, cualquier cosa reluciente y suficientemente pequeña para poder ser sostenida por el pico de un pájaro, aparecían esporádicamente. @bbc
Me lo pasó Nejo en referencia a este otro post en el que una Ardilla se comportaba de forma similar.