Jeanne Pouchain, una mujer francesa de 58 años ha pasado los últimos tres años de su vida tratando de demostrar que está viva, después de que un tribunal que la declarase muerta tras una discusión con una exempleada. Ella declaró que Jeanne estaba muerta y así se puso fin al proceso judicial. Pouchain vio su nombre borrado de los registros oficiales, perdió su tarjeta de identificación, su licencia de conducir, el seguro médico, la cuenta bancaria… Era como si ya no existiera.
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