En los dedos, y más concretamente en la yema de éstos, hay un gran número de terminaciones nerviosas y de receptores del dolor.
Cuando la hoja rasga la piel no realiza un corte limpio, sino que desgarra la piel y la carne de manera irregular, provocando un mayor dolor. Además los cortes son lo suficientemente profundos como para alcanzar os receptores del dolor de la capa superficial de la piel, pero no lo suficiente como para causar un gran sangrado. Lo que impide que esta coagule lo suficiente como para proteger la herida y comenzar la curación. En cambio las terminaciones nerviosas siguen quedando expuestas al exterior y cada roce sigue enviando respuestas dolorosas al cerebro. @sabercurioso