La ‘paradoja de la línea de costa’ consiste en que es imposible saber con precisión cuánto mide la longitud de una línea de costa debido a sus propiedades fractales. Como la línea de costa está muy fracturada, llena de giros y vueltas, su longitud depende de la forma en que se mida: cuanto menor sea la longitud del segmento de medición, mayor será la longitud final medida. Por ejemplo, en un tramo de 100 km, la longitud de la costa del Reino Unido es de 2.800 km, pero si se reduce el segmento a 50 km, aumenta a 3.400 km, y así sucesivamente.
Dado que es posible identificar curvas de cualquier tamaño, desde las que tienen cientos de kilómetros hasta las que se reducen a fracciones de milímetro o menos, no es fácil encontrar el elemento más pequeño a tomar para la medición. En consecuencia, tampoco es posible determinar sin ambigüedades el perímetro de una zona dada. Es extraño, pero los científicos no han sido capaces de encontrar una solución a esta paradoja.
Enviado por Jumy.
¿Qué sucede al colocar un objeto en una superficie girando a gran velocidad? Es expulsada debido a la fuerza centrífuga ¿cierto? Este video refleja que no siempre es así, y refleja comportamientos en principio contraintuitivos.
Los mejores chollos en Chollometro
El robo de un banco en 1907, un ladrón que huye a Londres y un problema gordo para atraparlo. Estos son los ingredientes para introducir animadamente la teoría de la información de Shannon y su fórmula de la entropía.
Enviado por Nejo.
PD: En unos minutos voy a estar aquí en directo con Miguel Lago, Tonacho, y Julita, la mujer de Siro.
«Euatlo era un joven sin recursos económicos que deseaba estudiar con Protágoras con la idea de dedicarse a la abogacía. Protágoras, que apreciaba la inteligencia del joven, le propuso que asistiera a sus clases y que una vez ganara su primer pleito ejerciendo de abogado, le abonara sus honorarios. El joven estuvo de acuerdo en el arreglo. Euatlo, efectivamente, asistió a todas las lecciones pero, cuando acabó su formación, anunció que finalmente no se iba a dedicar a la abogacía, sino a la política, y que, por tanto, no estaba en obligación de pagar sus honorarios, pues jamás ganaría un pleito. Protágoras amenazó al estudiante con un pleito y el joven argumentó:
– Si vamos a juicio, Protágoras, y yo gano, por este mandamiento judicial, no te tendré que pagar; si pierdo, dado que aún no habré ganado mi primer pleito, y esta era nuestra condición, tampoco tendré que pagar. Así, pues, Protágoras, no te conviene ir a juicio: seguro que lo perderás.
A lo que Protágoras replicó:
– Si vamos a juicio, Evatlo, y yo gano, por este mandamiento judicial, me habrás de pagar; si pierdo, tú habrás ganado tu primer pleito y por razón de nuestro antiguo pacto, me habrás de pagar.»
La movida es que muchas veces SÍ hay una sola visión correcta del asunto… y este caso no es una excepción.
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