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Argumenta que el origen del problema parte de un hecho biológico: las mujeres se desarrollan antes que los hombres y su cerebro madura a edades más tempranas. Por eso ellas llegan mejor preparadas a la educación secundaria y presentan tasas más altas de ingreso en la universidad.
Esa es al menos la teoría de Birger. El hecho cierto es que, en Estados Unidos, seis de cada diez estudiantes universitarios son ya mujeres. Algunos estados —y varios países—, empiezan a sufrir desequilibrios superiores al 70 por ciento. En algunos códigos postales de Nueva York, como Chelsea, casi ocho de cada diez personas entre los veinte y los cuarenta años son mujeres. Los tabúes educativos a la hora de elegir pareja hacen el resto: hay escasez de mujeres entre la población sin estudios universitarios y escasez de hombres entre el resto. Con esta premisa, Birger reenfoca la génesis de algunas de las tendencias sociales más ruidosas de las últimas décadas: de las revoluciones sexuales al feminismo. @elconfidencial.