Cuatro de cada diez vascos no quiere vivir en un barrio en el que haya gitanos. Tampoco les alquilaría una casa y haría todo lo posible porque sus hijos no compartan aulas con menores de etnia gitana. Un informe de Ikuspegi, el Observatorio Vasco de Inmigración, no deja lugar a dudas: En Euskadi pervive un “antigitanismo estructural” que “dificulta la convivencia intercultural”. @eldiario