Céntrate en lo bueno. Si, por ejemplo, tu partido arrasa en Galicia pero pierde estrepitosamente en el País Vasco, focaliza tus esfuerzos en atacar a los vascos. Pero ¡¿cómo demonios vota esa gente?! Tu formación lo ha hecho todo bien, pero, por lo que sea, en ese estúpido sitio prefieren a los terroristas. Empieza a referirte a esa comunidad con terminología despectiva, preferentemente franquista (como Vascongadas), y repite constantemente que cualquier opción política distinta a la que tú representas es una enfermedad del espíritu y una aberración moral.
Pospón. Admite que estás a punto de hacer autocrítica, pero no te da la vida. Eres un hombre ocupado, manejas un país, un partido y un hogar. Por si fuera poco, tienes ‘Dark’ a la mitad y todavía ni le has quitado el plástico a ‘The Last of Us II’. Comparece ante la prensa (remangado) y di cosas como “es tiempo de reflexión” o “ha llegado el momento de hacer autocrítica”, pero bajo ninguna circunstancia especifiques cuándo será eso exactamente.
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