Armadura de 26 pulgadas de grosor del acorzado clase Yamato, atravesada por un proyectil de cañón de 16 pulgadas.

Está exhibida en el Museo de la Armada de los Estados Unidos.

Armadura de 26 pulgadas de grosor del acorzado clase Yamato, atravesada por un proyectil de cañón de 16 pulgadas.

Enviado por Wolffit.

¿Qué problema hay en catalogar como mujer trans a una mujer trans?

¿Por qué esa insistencia en no diferenciar en absoluto lo que es evidentemente diferente? ¿Qué le decimos al ginecólogo?

Es como darte un paseo por la playa con tus dos piernas ortopédicas, y ofenderse si alguien las llama piernas ortopédicas. “Son piernas, ¡PIERNAS!” Igual el problema no está en la forma de designarlas, igual el problema está en la mente del que no asume una realidad impepinable.

Y por supuesto por llevar piernas ortopédicas no pasas a ser Rocobop, ni Terminator, ni un helicóptero apache. Eres un hombre con piernas ortopédicas. Si eres un hombre y te sientes mujer, por convención social hemos convenido que eres una mujer trans. Quitarle la coletilla “trans” es trasladar a los demás la responsabilidad de uno mismo: aceptar la realidad.

Y tras el salto un alegato en contra de la equiparación salarial entre hombres y mujeres en el deporte.

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