Cuanto más avanzado sea un país, más afectado se verá su tejido laboral.
La economía global se está adentrando en una nueva revolución. La inteligencia artificial está dando sus primeros pasos. Al igual que sucedió con la máquina de vapor o con los primeros ordenadores, cuando una nueva tecnología se encuentra en su etapa inicial, resulta difícil cuantificar su impacto y, sobre todo, ver hasta dónde puede llegar. Esa primera etapa, además, suele venir seguida de una transición en la que la nueva tecnología ‘destruye’ más de lo que ‘construye’ para la sociedad en general y para ciertos sectores.
En cambio, en los mercados emergentes y los países de bajos ingresos, se espera que la exposición a la IA sea del 40% y el 26%, respectivamente. En estos países, buena parte de su tejido productivo está focalizado en trabajos que no requieren una gran formación intelectual, pero sí necesitan de la presencia y la ‘fuerza’ del factor trabajo. Ramas como la hostelería, el turismo, la venta al por menor, carpintería, fontanería, la construcción… parecen a día de hoy menos amenazadas. @eleconomista
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La transformación digital y la adopción acelerada de tecnologías emergentes, como la IA, están impulsando cambios rápidos en la forma en que las empresas operan. Sin embargo, esta rápida evolución también lleva consigo los cambios en algunas funciones laborales, que pueden ser reemplazadas por soluciones automatizadas, lo que resulta en despidos y reajustes, ante la presión por generar resultados económicos. @infobae