“Muchos adolescentes nos hemos acostumbrado tanto a la mascarilla que es como que si nos la quitamos nos sentimos desnudos, ya sea porque a raíz de usarla nos han salido granitos y cosas así, o hay quien está acomplejado con su nariz y prefiere llevarla”, explica Adriana. Unos años más joven es María (tiene 12), pero esgrime similares argumentos. “La hemos llevado mucho tiempo y nos hemos acostumbrado a llevarla, es parte de mí ya y al quitártela te sientes rara”, y explica que le pasa con desconocidos, pero también con sus amigas más cercanas. El fenómeno es difícil de cuantificar, pero es bien real y está bastante extendido. Lo cuentan los propios afectados, lo ven los profesores en los colegios, lo confirman los psicólogos y lo sufren las familias. @eldiario
La mascarilla será un buen marcador de “persona con complejos”.
@eldiario enviado por DavidOV.