El presunto complot, según múltiples fuentes, involucró a Pavel Fuks, un magnate inmobiliario, bancario y petrolero que, según afirman las fuentes, fue cooptado por las fuerzas de seguridad rusas para participar. A través de intermediarios, Fuks supuestamente ofreció entre $ 500 y $ 1,500 para que delincuentes callejeros destrozaran las calles de la ciudad con grafitis pronazis en diciembre, enero y febrero. @rollingstone