Fui pillado robando comida cuando tenía 15 años y estaba sin hogar. El dueño de la tienda me esposó, con razón, y llamó a la policía. Me echaron de la tienda y, mientras me alejaba, uno de los agentes que acudió a la llamada me entregó una bolsa con mucho más que el escaso par de latas de sopa que tenía. Nunca lo he olvidado y creo que nunca lo haré. Gracias oficial Kleischer.
Ser un policía honrado y tener que aguantar que te llamen “perro del estado“, “ACAB“, etc, (mientras gozan de la seguridad que ofrecen los cuerpos de policía), es equivalente a aguantar que te llamen asesino por trabajar en un matadero (mientras se comen los animales que tú sacrificas), o que te llamen asesina por abrir los bares (mientras sujetan una birra en una terraza de Madrid). Think about that.