Durante la pasada campaña para las elecciones municipales, el entonces candidato del PP y hoy alcalde de Sevilla, José Luis Sanz, anunció a bombo y platillo su proyecto de trasladar el Museo de Bellas Artes a la antigua Fábrica de Tabacos para así ampliarlo y ubicar allí lo que pregonó como un Louvre sevillano. El problema fue que la Universidad de Sevilla, propietaria del edificio y que tenía que mudarse para que cristalizase el proyecto, se enteró de estos planes por la prensa y –sin salir de su perplejidad– dijo que nada de nada. La propia Junta de Andalucía del PP, que gestiona el museo, también confesó que no lo veía y que la ampliación (ya en marcha) estaba prevista en otro enclave. Meses después, Sanz ha vuelto a repetir la jugada: ahora propone cerrar el acceso a la Plaza de España para así cobrarle a los turistas y el titular del inmueble, el Gobierno central, no tenía ni idea. El resultado ha sido un portazo rotundo a “privatizar” este espacio público y críticas a la “deslealtad” del regidor, que de repente se encuentra perdido en un laberinto y con otra supuesta iniciativa estrella bloqueada antes de nacer. @eldiario