“Disolví las pastillas machacadas en agua con azúcar y se las di para que bebieran. Antes de poner los cuerpos en el fuego comprobé que no respiraban, estaban ya muertos. No se enteraron de lo que iba a pasar. Confiaron en mí. No hubo miedo ni dolor ni ningún tipo de sufrimiento”. Con estas palabras, Bretón describe el instante en el que acabó con la vida de sus hijos en la finca Las Quemadillas. @antena3