Eudald E. no imaginó que el pasado lunes volvería sin cenar a casa, pero el desesperante juego de sillas en el que se ha convertido conseguir terraza en Barcelona le hizo regresar con el estómago vacío a su piso. Fue rechazado hasta en tres locales en los que había mesas libres en la calle Blai, epicentro gastro del barrio de Poble-sec. “No quería ir a un local específico, simplemente sentarme en la primera terraza que pillase porque quería leer algo mientras cenaba al fresco”, cuenta, mientras procede a rememorar el curioso ardid de excusas y razones que le aludieron desde distintos locales para negarle la posibilidad de cenar al aire libre. @elpais