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Maldito Henry Cavill…
Yo no soy muy reivindicativa porque creo que mi vida entera es una reivindicación. Vamos, yo me salté todas las normas que había en su momento. Yo nunca quise ser una mujer trans, yo quería ser una mujer, porque no existían mujeres trans. Esto es una moda de ahora. Cuando era chica, quería ser una mujer porque no tenía otro modelo. Yo no quiero que me etiqueten. Ahora, estoy a favor de todas las libertades, de cualquier clase. Es más, yo tuve la suerte de nacer en Tánger, de relacionarme con religiones distintas, con poblaciones distintas. Hasta el 60, Tánger fue puerto franco, yo viví toda esa resaca, los intelectuales americanos, desde Gore Vidal hasta Paul Bowles, desde Barbara Hutton hasta Adolfo de Velasco. Yo ya viví en el metaverso, yo ya tenía mi propio metaverso, sin gafas ni nada, porque yo tenía mi vida normal y corriente, de una persona humilde, pertenecía a una familia desestructurada cuando no se hablaba de eso… Siempre fui rara, pero sobreviví a todo lo que me tocó. Y un día tomé una decisión, como los que se tiran a las balsas… Tú sabes cuál es el destino, el destino es la esperanza, es la felicidad… Puedes ir a donde tú quieras, ahí puedes encontrar la felicidad, o en una identidad sexual, en una manera de sentir, de vivir. Y me parece mal cualquier retroceso en derechos, pero desde el aborto en Estados Unidos a que aquí no se ponga la bandera en el Ayuntamiento, no por nada, sino porque no cuesta nada. A mí me detenía la Policía, en el 72. Ahora eso, afortunadamente, no pasa, pero sigue habiendo una serie de problemas que se tienen que solventar. Porque a mí no me importa con quién te acuestes, ni quién seas, ni qué color tengas… Me importan las personas, lo que me aportan. @epe
Lord Draugr, periodista independiente, se infiltra en la masterclass de un tipo que dice ser el oráculo de este método para hacerte asquerosamente muchimillonario.