El otro día vi la última de Christian Bale, “El vicio del poder”, que viene a ser la traducción a todo gas onda vital de VICE (jeje). Va sobre Dick Cheney, insaciable vicepresidente en la era Bush (a Bush le dejan como un ritard).
Contra todo pronóstico convencí a Anna para ir a verla y… se durmió a mitad de película, pero a mí me gustó un poco, lo suficiente. Lo mejor de todo es que a los del cine se les olvidó que habíamos ido a verla 4 personas (salvo por nosotros, la sala estaba vacía) y se les pasó darle al play. Cuando ya llevaba media hora de retraso, Anna fue a avisarles. Se disculparon, nos dijeron que no iban a ponernos la publi previa (oh, grasias, ya he pagado y eso…), y que nos regalarían dos entradas a cada pareja. Entonces le dieron al play. El problema es que se dejaron las luces, así que Anna volvió a avisarles, y después de volverse a disculpar, nos prometieron 4 entradas por pareja y apagaron las luces.
Así que podríamos decir que me libré de que Anna me matase por las 4 entradas que nos hemos llevado por la patilla.