Las experiencias más comunes que narran las mujeres, explica Virginia Murialdo, antropóloga y activista de El Parto es Nuestro, son las episiotomías (corte de piel, músculos, nervios y fascias que rodean la vagina) injustificadas y sin consentimiento durante el parto, la administración excesiva de fármacos, la tendencia creciente a las cesáreas o la llamada ‘maniobra Kristeller’, desaconsejada por la Organización Mundial de la Salud, que consiste en ejercer presión sobre el abdomen para intentar que el bebé baje hacia el canal del parto. Más allá de las prácticas concretas, “también se dan actitudes y comentarios humillantes y abusivos”, dice Murialdo, así como “actuaciones que no respetan la intimidad” de las mujeres, desde exámenes vaginales sin consentimiento delante de estudiantes a la imposibilidad de elegir la posición de parto o comentarios machistas que, por ejemplo, amedrentan a quienes deciden no ponerse la anestesia epidural. @eldiario
Las malas praxis siempre han existido y siempre existirán, y se pueden denunciar, pero parece que siempre es más importante lo que le pase a una mujer, y hay que ponerle nombre… ¿Por qué dan visibilidad a esto por encima de otras muchas cosas?
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