Le grité “kiricocho” y le gafé. En el Villarreal, Rubén Cousillas, que era el segundo de Pellegrini, cada vez que un rival se plantaba solo ante el portero le gritaba “¡kiricocho!”, porque decía que le daba mala suerte. Se me quedó grabado y en ese momento, viendo que no llegaba, lo único que se me ocurrió hacer fue gritárselo a Robben. Era la solución desesperada y mira… Todo es mérito mío [risas]. Ahora en serio, a mí los entrenadores me enseñaron que, aunque sepas que no llegas, sigas persiguiendo hasta el final porque eso mete presión al delantero. Robben sabía que yo iba detrás y todo ayuda. No sé si un 0,1 o un 0,2%, pero influye. @elmundo
Enviado por @TTurbolol