“Seguiremos adelante con determinación… con o sin la ayuda de la legislatura”, dijo el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, en una reunión de su Partido Socialista a principios del mes pasado. Para sus críticos más excitables, esto sonó como una declaración de dictadura. De hecho, fue un reconocimiento de sus circunstancias conflictivas. En el cargo desde 2018, Sánchez es el gran superviviente de la política europea, un estratega astuto y despiadado. Pero su gobierno de coalición minoritario gobierna a placer de los nacionalistas radicales catalanes y vascos, y a un costo cada vez mayor para la calidad de la democracia española y sus instituciones. @economist