La gente piensa que Simón no tiene principios. Todo lo contrario, los tiene. El problema (para su integridad física y mental) es que los sigue a rajatabla.
Siento más empatía por Simón que por todos los farsantes que tenemos en la política.
La gente piensa que Simón no tiene principios. Todo lo contrario, los tiene. El problema (para su integridad física y mental) es que los sigue a rajatabla.
Siento más empatía por Simón que por todos los farsantes que tenemos en la política.
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Lo que empezó como un desafortunado error con tintes cómicos ha derivado en algo que ya no tiene ninguna gracia.
Simón Pérez es un ciudadano español que recibió hace unos días la visita de unos amigos. Supongo que le notarían algo desmejorado. No tiene cejas y se ha rapado toda la cabeza. O casi toda. Conserva una especie de flequillo a modo de visera, como Ronaldo en el Mundial de 2002. Su tripa está hinchada, camina con dificultad, tose constantemente y su boca emite sonidos pantanosos, como si su saliva tuviera la viscosidad del pegamento. Su encuentro con sus “compadres” se emitió en directo por Twitch. Hablaron un rato de las deudas que Simón tiene con una persona. Espera saldarlas cuando reciba la transferencia de una casa de apuestas. “Esto tarda una semana”, repetía. @elindependiente
Tras el salto el vídeo del que se ha sacado la captura que ilustra la noticia.
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