Acostumbrado a terrenos no precisamente lisos, Abdul se ha curtido patinando por las superficies más hostiles, y con el material más mierder. Se hizo famosete en su pueblo, y un grupo de pastosos ruandeses le contrató como profesor de patinaje para sus hijos.
Enviado por Cacaolat:
El Superheroe que nadie esperaba. Esperemos que alguien le compre un casco.