Está claro que ser un borrego que no se cuestiona nada y vive por inercia es menos problemático.
“El clima social y existencial en el que vive la gente joven hace algo con su mente que provoca que se sientan mal”. Hay fuerzas colectivas, no individuales, que hacen que aumenten las tasas de malestar mental. Hay un clima de competitividad: el éxito es una elección y si no lo tienes, es que has elegido mal, eres tonto. Y clima de aislamiento porque, aunque haya más contacto en las redes sociales, eso no da, paradójicamente, más vínculos, sino más soledad. La gente teme no parecer normal; hoy día, ser percibido como diferente es algo terrible. @elpais