No sube escaleras pero esquiva heces, tiene un brazo robótico para llamar al telefonillo, y usa tecnología sencilla y barata para reducir al máximo el coste del envío. De momento está en fase de pruebas en un vecindario yanki.
Llega hasta donde estés (incluso en la calle), confirmas con el móvil, se abre la tapa, coges la comida, y se pira.