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Los tiempos han cambiado.

Los tiempos han cambiado.

«El acortamiento que sufre desde 1975 la base de la pirámide de población del País Vasco va a tener efectos importantes en el futuro». Ese augurio lo recogía, a finales de los ochenta, un artículo publicado en este periódico a cuenta del «socavón demográfico» en el que estaba inmersa Álava. Ese mañana hace tiempo que ha llegado y, a día de hoy, los registros de nacimientos se han hundido en el territorio: en medio siglo, los alumbramientos se han reducido un 56%, de 4.833 a mediados de los setenta a apenas 2.095 el pasado año. Cuando se publicó ese reportaje, que hacía referencia a que se estaban registrando «menos nacimientos que en plena Guerra Civil», las maternidades alavesas daban la bienvenida al año a unos 2.500 bebés, casi medio millar más que ahora. Y aunque la continua caída ha sido generalizada, es en Vitoria y el Valle de Ayala donde más se acusa el hundimiento. @elcorreo

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Salir de fiesta a los 80 años y beber Aquarius en la discoteca que triunfa entre los abuelos de Madrid: “Somos mayores y queremos vivir lo que nos quede”

Salir de fiesta a los 80 años y beber Aquarius en la discoteca que triunfa entre los abuelos de Madrid: "Somos mayores y queremos vivir lo que nos quede"

Llueve y hace frío en Madrid. En los últimos días, salir a la calle se ha convertido en un deporte de riesgo. Sin embargo, a escasos metros de Gran Vía, la vida no se detiene. Son las seis y media de la tarde y una larga cola se agolpa a las puertas de Golden, un club para la tercera edad. “Somos mayores y queremos vivir lo que nos quede, sea mucho o poco. Hablo por mí y por todas”, dice Dionisia, una de las primeras en llegar. Acaba de cumplir 80 años y, junto a sus amigas, acude a la sala cuatro días a la semana: “Los otros tres nos vamos al teatro o comemos en un restaurante. La tenemos completa”. A lo largo de su existencia, reconoce haberse desvivido por todo el mundo, excepto por ella misma. Hijos, nietos y también su marido, que enfermó con apenas treinta años. Tras fallecer a los 72, Dioni, como la llaman cariñosamente, entró en una profunda depresión de la que solo una amiga cercana pudo sacarla. “Desde que salgo de fiesta me ha cambiado la vida. A estas edades hay que quitarse las espinitas que nos quedan”, añade.  @epe

Salir de fiesta a los 80 años y beber Aquarius en la discoteca que triunfa entre los abuelos de Madrid: "Somos mayores y queremos vivir lo que nos quede"