Este hombre de 53 años quiere salvar su piso y el edificio al que llegó con un año. Para ello, y tras rebuscar en papeles antiguos, ha esgrimido que el propietario actual no está respetando la voluntad de la primera dueña, una mujer conocida como Doña Virginia y que pidió expresamente a la ciudad que le pagara 108 misas cada año desde su muerte y hasta la eternidad si quería quedarse con una finca que no supera desde 2018 la inspección técnica de edificios (el equivalente a la ITV de los coches) y no posee ni ascensor ni calefacción. En los pisos altos, la altura del techo es realmente baja: son inhabitables. Hay viviendas que llevan medio siglo vacías. Del total de ocho viviendas, ya solamente residen allí tres inquilinos. @eldiario